... autobuses la conectan con el mismo centro, la Plaza Azoguejo cada pocos minutos.
Nuestra procedencia de la Tarraco Romana nos hizo admirar mas todavía el Acueducto, fantástica obra de ingeniería, majestuoso ha soportado el paso de los siglos, fiel testimonio de la grandiosidad del Imperio Romano.
La calle Cervantes nos acerca a la iglesia de San Martín de estilo románico del Siglo XII, flanqueada por el monumento a Juan Bravo, comunero de castilla.
Después de la visita a la Casa de los Picos, hoy Centro de Enseñanzas Artísticas, nos acercamos a la Plaza Mayor el Ayuntamiento el Teatro Juan Bravo la Glorieta Central respiran puro aire castellano, contemplamos siglos de historia que han permanecido inalterables al paso de los años.
A un lado de la Plaza Mayor la Catedral de Santa María, el sol de la mañana le da de pleno resaltando su majestuosidad y elegancia, su silueta de fino y exquisito estilo gótico es testimonio del esfuerzo que es necesario para levantar semejante obra de arquitectura.
Bajando la calle Daoiz diversas tiendas ofrecen los típicos productos segovianos, la vista del Alcázar, palabra que proviene del árabe (al-qaçr) impresiona, este bello palacio fortificado domina desde la altura las anchas tierras castellanas, su grandiosidad produce sensación de soledad de insignificancia, de ser pequeño todo lo que le rodea.
Sin proponérmelo, de manera espontánea viene a mi mente contemplado el bonito atardecer la voz del gran tenor Alfredo Kraus interpretando el personaje de Nadir en Les Pecheurs de Perles de Georges Bizet,” Je crois entendre encore,” su desasosiego su melancolía y añoranza separado de la persona amada.
Je críos entendre encore Caché sou les palmiers Sa voix tendre et sonore Comme un chant de ramiers Oh nuit enchanteresse Divin ravissement Oh souvenir charmant Folle ivresse, doux rêve !!............
Las murallas nos devuelven la visión medieval de la ciudad, en la Judería la Sinagoga Mayor hoy Iglesia del Corpus Christi el Barrio Musulmán actual barrio de San Millán cruce de religiones que convivieron juntas muchos siglos, Iglesia de san Esteban la recóndita plaza de San Nicolás calle de San Agustín etc…….
De tanto andar se nos abre el apetito y decidimos reponer fuerzas disfrutando de la cocina segoviana, sopa castellana, judiones de la Granja, cochinillo y lechazo al horno y unos postres “pan perdido” terminaron de redondear la comida apetecían en este día de invierno eso si todo regado con buen vino.
Después de tanto ajetreo nos acomodamos en el confortable asiento del tren de vuelta a Madrid comentando los detalles de la interesante visita a Segovia.
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