GARGANTAS DEL DADES
por José Baena Reigal

UN PAISAJE MINERAL: Lo más frecuente, y aconsejado, es acceder a las Gargantas del Dades desde la N.10 que va de Ouarzazate a Tinerhir (o Tinghir). Después de pasar por el Valle de las Rosas, que poco tiene que ver si exceptuamos el Mousem de ...

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... las Rosas (que se celebra en el primer fin de semana de mayo con un programa de cantos y bailes folclóricos), se llega a Boulmane du Dades, una población que de lejos es fotogénica, pero carente de interés. La ruta de las Gargantas del Dades se inicia a la izquierda, a pocos metros de distancia del puente sobre el río Dades, casi a la entrada de Boulmane.

La carretera, con un asfalto aceptable, discurre paralela al valle del río Dades, a cuyas orillas se encuentra la única vegetación existente en la zona, consistente en chopos de ribera, olivos, huertos y algunos arboles frutales. Más allá de la depresión fluvial, la la aridez es absoluta, con colinas erosionadas de tonos rojizos que se elevan en la distancia formando cadenas montañosas tan peladas como inhóspitas.

De trecho en trecho hay pequeños albergues en los que es posible comer y pequeñas aldeas diseminadas que se encaraman por extrañas formaciones rocosas que a veces cuesta trabajo distinguir, porque sus construcciones aterrazadas se funden con la monocromía rojiza del paisaje, en el que solo destacan las manchas verde y parduscas de las zonas cultivadas a duras penas en una tierra poco fértil y sometida a un clima extremado, tan frío en invierno como caluroso en verano. En consecuencia, la mejor época para viajar por estos parajes es la primavera o el otoño, hasta el extremo de desaconsejar la visita en los meses veraniegos a cualquiera que no quiera verse en el mismísimo infierno.

La carretera va serpenteando y elevándose poco a poco hasta la kasba de Ait Moutad, donde se separa del río y se hace cada vez más pendiente conforme va ganando altura. El paisaje sigue siendo el mismo, curva tras curva, torturado, rojizo y con grandes precipicios, por los que el asfalto discurre como incrustado en la orografía de una desolación inhumana, mineral. Hay que recorrer unos sesenta kilómetros para contemplar desde arriba, casi a vista de pájaro, la torturada carretera que hemos recorrido y que, para nuestra desdicha, deberemos recorrer en sentido inverso, ya que lo normal será que nos dirijamos, según el sentido de nuestra ruta, hacia Tinghir, si vamos hacia Merrzouga, o hacia Ouarzate, si nos dirigimos a Marrakech por el puerto de Tichka.

A las Gargantas del Dades también se puede acceder por una pista que sale de Tamtachoute, un lugar en en medio de la nada, que también enlaza con las Gargantas del Todra, pero para esa aventura recomiendo un vehículo todo terreno. En resumen, que, en mi opinión, se trata de un lugar prescindible: en Marruecos hay muchos que son bastante más interesantes y, desde luego, accesibles.

 

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José Baena Reigal Autor José Baena Reigal

Málaga (España)


 

 

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