De entrada, cabe decir que Volterra es una de las ciudades más bellas de Toscana, lo cual no es poco. Asentada en la cumbre de una colina, antiguo emplazamiento etrusco, los tranquilos paseos arbolados que la circundan constituyen excepcionales miradores desde donde se divisa el horzonte de pequeñas colinas y barrancos (denominados balze) atravesados por senderos y lindes de cipreses que, perfilados sobre el verde más claro de los viñedos o trigales y el más grisáceo de los olivos, constituyen las imágenes más características del paisaje toscano.
Si Pisa es una bella desconocida, porque el turismo no suele adentrarse en la ciudad, limitándose sus mesnadas a hacer escalas de un par de horas para ver la célebre Torre Inclinada y san seacabó, visitar la hermosísima provincia pisana supone una aventura inolvidable para el viajero reposado, capaz de adentarse por sus caminos para saciar la vista con su belleza intemporal, remolonearse en sus pequeñas pero maravillosas ciudades monumentales rebosantes de yacimientos arqueológicos, iglesias, abadías, museos y deliciosas trattorias en las que el tiempo parece suspendido en un limbo de serenidad, mientras se degustan algunas de sus ricas especialidades culinarias y, por supuesto, esos vinos que gozan de tan merecida como universal reputación. Todo esto lo encontramos con creces en Volterra y, desde luego, algunas cosas más: No cabe imaginar un casco medieval más hermoso, mejor conservado y abarcable para ser recorrido en deliciosas caminatas que deben escalonarse durante un par de días, por lo menos.
Si el Museo Etrusco Guarnacci es sumamente interesante, la Pinacoteca del Museo Cívico constituye una sorpresa sin igual. En mi opinión, solo por admirar el increíble Descendimiento del Rosso Florentino, o la excepcional Anunciación de Luca Signorelli, merece la pena de visitar la ciudad. Junto a ellos, el Museo Viti constituye otra sorpresa, ya que su interior muestra, desde los más pequeños y exquisitos detalles, el prototipo de palacio italiano del XIX en tan extraordinario estado de conservación que sería hoy perfectamente habitable en su total integridad. Si a todo lo dicho, añadimos un teatro romano muy bien conservado, una bella catedral románica con su cercano Baptisterio, plazas de perdidas arboledas, recoletas terrazas y una artesanía única realizada en alabastro, material del que Volterra es centro mundial, nadie podrá pensar que exagero si afirmo que viajar por la Toscana y no visitar la dulce Volterra, acaso por pensar que se trata de un destinio menor, supone una grave equivocación que deslucirá inevitablemente su conocimiento de esta comarca italiana de fama mundial.