Bali

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Bali es una isla volcánica y paradisíaca que vive por y para sus dioses. La actividad religiosa que se desarrolla todos los días en la isla es el encanto principal de Bali. Los isleños aman la belleza y saben rodearse de ella. Con flores, incienso y frutas honran tanto a las divinidades superiores como a los espíritus malignos, pues saben que la felicidad solo alcanza a aquellos que toman esas dos fuerzas en consideración.

Litorales, montes, volcanes, arrozales, arte, artesanía, costumbres y templos forman un conjunto próximo al paraíso. Los atardeceres rojos y románticos sobre el templo marino de Tanah Lot, el cráter y la cumbre del monte Batur -rodeado por la media luna de un lago-, los misterios de las aldeas perdidas en el noroeste, la orilla secreta del lago Batur, la magia solitaria de los templos de la costa norte, el intimismo de las aldehuelas asentadas junto al espejo verde de los arrozales organizados en terrazas, el templo de Ulu Danu -reconstruido en 1927 después de la erupción de un volcán-, o el templo madre de Bali, el Pura Besakih, que se alza con más de treinta santuarios en las laderas del volcán Gunung Agung, son solo algunos de los lugares que convierten a Bali en una de las islas más bellas de la tierra.

Bali, el principal bastión del hinduismo dentro de la mayor nación islámica del mundo (Indonesia), derrocha hospitalidad con el visitante y le hace partícipe de sus coloridas festividades.

Ana Vara